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Te pasas toda la vida sufriendo por el bienestar de los hijos, eso es lo que siempre me dice mi abuela, esta mujer que ya ha cumplido los noventa y ocho años y que por fortuna sigue teniendo todas sus facultades mentales en perfecto estado, puedes mantener una conversación con ella del tema que te apetezca, política, deportes, cocina, el tiempo…No podrás dejarla callada, es única.

Si bien ya es muy mayor y ya se le va notando que le faltan las fuerzas es la persona más fuerte que yo he conocido nunca y me consta que ha sido una mujer trabajadora y luchadora. Enviudó cuando mi padre tenía tres años y sacó adelante sus tres hijos sin la ayuda de nadie, esta mujer se merece una estatua en la plaza del pueblo, es un ejemplo a seguir.

Pero los años no perdonan y ya por muchos más que quiera acompañarnos no serán muchos por eso pasamos todo el tiempo que podemos con ella. La pobre ya está un poco limitada de movimientos por lo que la tenemos que ayudar a asearse y a vestirse, todo lo demás lo hace ella, además camina un poco todos los días que según ella es la clave para sentirse bien. Como ya no funciona muy bien su cuerpo hemos decidido ponerle un empapador de cama cosa que ella no lleva muy bien porque dice que todavía puede ir al baño sola, nosotros la convencemos con que se puede caer y entonces se le acabaron los paseos matutinos.

La señora es una joya, y disfrutamos mucho de su compañía, siempre está contándonos anécdotas de cuando era joven, algunas de ellas son muy divertidas y otras bastantes más serias y tristes por que nos narra las penurias por las que tuvo que pasar para poder sobrevivir cuando nadie hacia nada por nadie.

Personas así merecen un reconocimiento por parte de sus seres queridos, una demostración de gratitud y de amor a diario para estas personas que lo han dado todo por los suyos, para que dentro de sus posibilidades no tuvieran falta de nada, personas así como mi abuela son las que hacen falta en el mundo, personas de buen corazón y de sentimientos nobles y puros. Cuando ves que el tiempo se agota, que ya queda poco para poder disfrutar a su lado te das cuenta de que los años no perdonan.