El soponcio que te puede dar cuando vas al taller y te dicen que se te ha roto el motor del coche te aseguro yo que no es ninguna broma, se trata de esos momentos en los que cogerías al mecánico y le dirías todo lo que piensas y más en su cara. No sé si es que te ven cara de tonto, de buenos amigos o de tener una buena cartera, porque para pedir tremendo dinero por cambiar el motor del coche hay que tener valor. Es justo en esos momentos en los que piensas que son unos ladrones y que lo que buscan es sacar dinero a toda costa, piensas en que como tú no entiendes llegan a decirte esa clase de disparate para ponerte realmente furioso. Sales del taller y rumbo a casa no quieres ni parar a tomarte la caña fresquita, solo piensas en la barbaridad que te acaban de decir, es verdad que el mecánico ha intentado decirte algo para calmarte pero ni lo has escuchado, en esos momento te da igual todo lo que tenga que decirte, ¿acaso hay algo peor?
Llegas a casa y tu mujer ya sabe de antemano que pasa algo, te conoce desde hace mucho y con solo una mirada sabe que no traes buenas noticias en absoluto, y es que no sabes ni por dónde empezar, como le dices que lo que empezó con un simple ruido al que no se le había dado importancia había derivado en la rotura del motor, y no solo eso sino en lo que deriva, en saber que no tiene solución si no es pagando un alto precio que ni por asomo dispones en estos momentos. El cielo se te cae a los pies, porque notas que tu mujer ya está preocupada, la cena se queda fría porque ni hambre os ha quedado con la noticia, y piensas en buscar un coche de segunda mano cuanto antes porque lo necesitas para trabajar. El caso es que cuando vas a recoger tu coche el mecánico te mira como asustado, pero te intenta decir que hay una solución, que antes no le habías dejado ni hablar, que acudiendo a un sitio de compra venta de motores usados seguro que encuentro una ganga y puedo arreglar el coche. La verdad que esta vez en vez de pegarle lo que quiero es abrazarle y me doy cuenta que ante un enfado primero hay que dejar hablar y después actuar.